domingo, 26 de octubre de 2014

Octubre se está pasando demasiado rápido

Empezaron las clases. Me tienen agotadísima. Las primeras dos semanas son para “probar” clases, a ver si te gustan o no, si el profesor “te acepta” o no, de acuerdo a tus conocimientos previos. Después de estas dos semanas hay que inscribirse oficialmente a las materias elegidas.

El domingo pasado conocí a mi familia de Fremde mit Freunden, un proyecto de la ciudad que reúne una suerte de “padrinos” y “ahijados” para charlar de cualquier cosa. Significa algo como “Extranjeros con amigos”. Robert y su esposa Mandy me invitaron a almorzar a su casa. Cocinaron un plato tradicional de Alemania, no me acuerdo el nombre, pero súper rico! Es ese plato con papa hervida, se hacen pelotitas y después se las hierve otra vez. Después, mientras la nena de un año y medio, Nele, divina, dormía la siesta, Robert y yo fuimos a la vuelta de su casa a Augustinerkirche, la iglesia donde vivió Martín Lutero. Aparentemente, Lutero un día caminaba (por la misma calle donde yo caminé!) y había una tormenta que parecía que se venía el mundo abajo. Con mucho miedo, le pidió a Dios que lo salvara, y de repente vio que justo al lado de donde estaba él en ese momento había una iglesia. Así fue que se convirtió en monje. Vimos donde durmió, su cama y la biblioteca de la iglesia (la más grande en Alemania).

Después volvimos y llegó Rose, la hija de Robert, de 15 años. Fuimos a tomar café con torta. Y querían llevarme a la catedral, porque les dije que todavía no había ido. Fue un día hermoso, y ellos son divinos. Todo el día hablamos alemán, porque no hablan mucho inglés y yo quería esforzarme… me cuesta mucho, y termino súper cansada después de tanto alemán. Estoy re contenta con ellos.

El viernes pasado se hizo la inauguración del proyecto este, en la casa de gobierno, y ahí me enteré de que Robert es un tipo bastante “importante”. Es uno de los dueños de Mohr Media, una compañía productora de documentales, películas, cortos para las noticias, etc. Y le preguntaron en el escenario (porque era uno de los invitados a subir y hablar sobre cómo su compañía coopera con el proyecto) si tenía un “ahijado” y dijo que sí, Fernanda, de Argentina –y pidieron que me levantara para saludar! Yo estaba roja como un tomate– y Robert dijo “wir sind sehr glücklich mit Fernanda”, que significa básicamente que están muy contentos conmigo. Qué lindo!! Lo que me puso un poco mal fue que, antes de pasar al tema de la compañía, dijo otras cosas, dos líneas quizás, sobre mí, y no pude entender! Me frustró bastante.

Hay días en que no quiero saber nada con el alemán. Me cuesta mucho. Siento que aprendo pero que aprendo lento. Y hay días en que no quiero ni pensar, porque arbitrariamente pienso en cualquier lengua. Cuando no sé cómo decir algo en una lengua X automáticamente paso a otra. Es involuntario, y cuando me doy cuenta me río, porque creo que estoy medio loca. Pero tanto pensar también me cansa. Clases de alemán, clases de español, clases de francés, inglés como lingua franca. También creo que todavía me estoy adaptando al ritmo de las clases y eso me cansa mucho. Y la verdad que me molesta bastante andar cansada todo el tiempo. El fin de semana estoy derretida, como que me pasó un camión por encima, y las horas se pasan rapidísimo. Igualmente, como dije hace unos días, nunca estuve tan contenta de ir a la facultad. Estoy yendo a la facu en Alemania… cuándo me imaginé esto yo? Y ya estamos casi en noviembre! No quiero que se pase más el tiempo.

Empezamos a dar clases de español con Vicky. A un grupo de chicos que no llegaron a entrar en el cupo de los grupos de español A1 (acá todas las clases son por cupo: clases de 100 personas? Nooo! Hasta 30, como muchísimo. La mayoría son de 20 y hay algunas de 10!). Entonces, nada oficial, Vicky y yo les damos clases dos veces a la semana, siguiendo a los demás grupos de A1 para que a fin del semestre puedan incorporarse a los grupos de A2 sin problemas. Y de paso, para nosotras es una práctica buenísima. Cada una por su lado, siempre dijimos que queríamos hacer algo así y de repente la jefa del departamento, Victoria de Dios, nos tiene bajo el ala. Y bueno, quién sabe, quizás hasta pueda conseguir un trabajo de eso por acá! Las vueltas de la vida…

Hoy es domingo y sigo cansada como si no hubiera pegado un ojo en dos semanas. Estoy cuidando la olla de agua caliente donde estoy “haciendo” dulce de leche con una lata de leche condensada… a ver qué tal sale.


lunes, 13 de octubre de 2014

Dresden

Y nos fuimos a Dresden!

Cate, Cris y yo llegamos a eso de las 3 de la tarde: ahora a buscar el S-Bahn que nos llevara hasta el hostel. Lo encontramos, subimos, bajamos, caminamos un poco más et voilá! Por suerte el hostel, Sushine Hostel, muy lindo y hasta teníamos cocina para nosotras! (para no decir que acaparamos la cocina para nosotras, ejem, ejem. De cualquier manera, no había mucha gente con quien competir!)… peeeero no andaba el Wi-Fi y resultó ser que estaba ubicado en un extremo de la ciudad. Bastante inconveniente, porque tuvimos que comprar tickets por día entero para el tram cada día.

Eran las 4 cuando terminamos de instalarnos. Hasta las 6 podíamos entrar a un museo gratis, al Stadtmuseum, así que queríamos llegar lo antes posible. Primer error: no quisimos pagar otro tram (todavía no habíamos comprado el daily ticket) así que nos largamos a caminar… que si uno está paseando no es un problema, pero si se quiere llegar a un destino rápido, no es la mejor opción. Estabamos bastante lejos y, para colmo, nos terminamos perdiendo. Estuvimos dando vueltas en Neumarkt, una plaza de la que se desprenden como cinco calles distintas. Le preguntamos a un montón de personas, fuimos a información, nos paramos con el mapa veinte veces y no, después de hora y media más o menos nos rendimos. Nunca apareció el museo! O más bien, nunca aparecimos nosotros en el museo. Cambio de planes: visitamos Frauenkirche, hermosa, una iglesia que “fue totalmente destruida en 1945 y que quedó en ruinas hasta 1990. Después 600.000 personas de todo el mundo donaron más de 100 millones de euros para que se reconstruyera, y la terminaron en 2006” – o al menos eso dice mi bello mapa USE-IT (USE-IT.travel), el mapa más práctico que he encontrado hasta el momento. Aunque aun con el mapa nos perdimos, pero de eso creo que no podemos culpar a nadie.

A la noche nos reunimos con Suzie, Anni, Anabella y Matteo, que también habían ido a Dresden por el fin de semana. Estuvimos en un par de bares, súper tranquilo. Al día siguiente madrugamos y nos fuimos al ya no tan bien estimado Stadtmuseum. Muy, muy lindo. Pasamos por una antigua sinagoga, fuimos al balcón de Europa (Brühlsche Terrase) y caminamos por el parque del castillo Zwinger, que está en pleno centro. Hay que admitir que a todos estos lugares los encontramos después de andar varias vueltas cual detectives! Y cuando no teníamos idea y mirábamos el mapa o preguntábamos por ahí, era immer geradeaus, immer geradeaus (“siempre para adelante”), que terminó siendo la frase del viaje. Nos fuimos a tomar el té a una confitería muy bonita. Queríamos, claro, té con torta… salvo que las paspadas en vez de mirar la parte de “tortas” en la carta, miraron “postres”. Nosotras, re confiadas en que habíamos pedido una torta de manzana y una torta de frutos rojos, no entendíamos nada cuando apareció el mozo con un bowl de yogurt con mermelada de arándanos y un panqueque de manzana. Qué risa! Para atrás este viaje.

A la noche terminamos yendo a un bar por el centro. La anécdota de la noche: no había lugar para sentarse y Cris, que quería conocer algún muchacho, encontró una mesa con tres sillas vacías… y tres chicos sentados a la mesa. Qué risa. Las otras dos a pura charla con dos flacos, que terminaron no siendo lo que querían, y a las 2 ya me abrían los ojos en señal de “vámonos de acá!”. Me maté de risa porque yo sí terminé charlando con los otros dos marginados (por Cate y Cristina) y que resultaron re simpáticos. Qué pavas.


Último día, agarramos las mochilas y nos fuimos a la estación de tren para dejarlas hasta las 5, la hora en que salía el bus. Emprendimos camino hacia Pillnitz, un castillo un poco alejado del centro (media hora en colectivo), enooooorme, con un parque hermoso y muchísimos tipos distintos de plantas en invernaderos. Muy lindo cierre para un viaje muy lindo.



viernes, 10 de octubre de 2014

Primer mes

Ya pasó un mes. Es impresionante lo rápido que se pasa el tiempo. Me doy cuenta de que estoy viviendo mil cosas nuevas, conociendo gente nueva todos los días. Lo estoy pasando tan pero tan bien que quiero que se pare el tiempo.

Este mes estuve cansada todos los días. Re cansada. Justamente, todas las cosas nuevas que ocupan lugar en la cabeza, aprender nuevas maneras de hacer las cosas –como inscribirse en las materias! Puntito para la FAHCE, acá es un lío terrible–, aprender de a poco el alemán, que va mejorando cada día, organizarse con horarios nuevos –ya son mayoría los días en que ceno entre las 20:00 y las 21:00hs. –, en fin… adaptarse.

Pienso que hace un mes que estamos acá y ya me pude dar el lujo de conocer Berlín. Qué lindo! Viajamos allá por cuatro días, Suzie, Vicky y yo. Realmente hay partes de la ciudad que parecen de película. De esos edificios, uno al lado del otro, casi igualitos pero de distintos colores, con flores en los canteros de las ventanas, con chicos en bici andando por la vereda, banquitos al sol frente a un lago donde la gente se sienta a leer, puentes por acá y por allá que te dan una vista súper relajante de árboles con hojas verdes, amarillas y rojas. Hermoso.

Alquilamos bicis y pudimos recorrer gran parte del centro de la ciudad. Fue una excelente idea, porque si no nos habríamos perdido de ver un montón de cosas lindas. Fue más un turismo callejero que otra cosa: nos faltaron los museos, por ejemplo. Vimos dos partes del muro, el monumento a los judíos, la Catedral, la torre de TV y Checkpoint Charlie; estuvimos en Tiergarten, en Berlín Tempelhof (antiguo aeropuerto, convertido en parque público) y en Alexanderplatz. En esta última se estaba festejando el Oktoberfest. Muchísima gente, tomando y comiendo al rayo del sol el 3 de octubre, feriado nacional en Alemania. Nosotras no queríamos ser menos así que nos buscamos un lugar para almorzar ahí. De un segundo al otro, Fernandita compró terreno. Alguna anécdota tenía que salir de Berlín! Metí el pie en un agujero, en una de las tablas del piso de la tarima donde estaban todas las mesas al aire libre. Metí la pierna hasta la rodilla. Qué tipa boba, para dejarlo en términos suaves. Me raspé de lo lindo la pantorrilla y me acordé todo el fin de semana (del dolor, porque la raspada me va a durar bastaaante más). Pero claro, esa no es la única: el último día, después de repetirme mentalmente mil veces “cuidado con las vías del tram, cuidado con las vías del tram”, no podía irme de Berlín sin que se me metiera la rueda de la bici en las vías del tram. Me caí con bici y todo encima. No me podía parar de la risa, qué tipa tonta.

Fue un viaje parcialmente vegano: Berlín está a full con los restaurantes veganos y vegetarianos. La primera noche comimos en Vöger, un sucucho con tres mesas nada más, pero donde comí el Döner más rico hasta ahora, con hamburguesa vegetariana. La segunda, restaurante vietnamita, para el que conseguimos una tarjetita de descuento de un venezolano que conocimos en el sucucho de la noche anterior. La última, Armando, uno de los recepcionistas del hostel, italiano, nos guió hasta otro sucucho, también súper peque, de comida sudanesa. Las tres veces fuimos las últimas que se fueron del local, y las tres veces nos pusimos a charlar con los que atendían. Cuál más simpático! Re lindo.

Me acuerdo de que nuestro primer jueves en Erfurt fuimos a una Stammtisch de español –una tertulia, como le dicen acá–. Nos pusimos a charlar con latinoamericanos que están acá hace por lo menos dos años. Y me acuerdo de que uno de ellos me dijo “esperá un mes y vas a ver que los alemanes no son tan simpáticos como decís”. La verdad es que todavía no me he encontrado con algún alemán que no nos quisiera ayudar, todos siempre con una sonrisa; en Berlín, dos veces tuvimos que parar a alguien en la calle para preguntar por direcciones y las dos veces estas personas sacaron su celular y se pusieron a buscar en el GPS para guiarnos hacia dónde ir. Igualmente, sé que pesa el factor “extranjero”. Erfurt no es una ciudad muy grande, y si bien hay gente de otros lados, se ve que todavía no están tan acostumbrados porque se nota que les llamamos la atención. En la calle o en el boliche, siempre encontramos a alguien que quiere conversar con nosotros.

Y con respecto a las salidas, venimos bastante tranquilos. Un domingo fuimos al zoológico; cuando estuvo el Oktoberfest estuvimos un rato también… bueno, un ratitito. El día que empezó el festival comimos un asado (salchichas, venado y costillas de cerdo, creo) con unos alemanes, amigos de Bárbara, y a las 22:30 nos fuimos para Domplatz, donde era la feria. A las 23:02 había cerrado todo. Nada de luces, nada de juegos, nada de música, nada de puestos abiertos, nada de nada! Sin darnos cuenta cerró todo! De ahí rumbeamos para acá y para allá. Ese día caminamos lo que nunca. A la 1 a. m. deja de pasar el tram y vuelve a pasar una vez por hora hasta las 4 a. m., más o menos; llegamos más rápido a la Uni caminando… ahora, en otoño. En diciembre me quiero ver, ahí sí que va a estar jodido… Mientras andaba por Berlín en bici pensé en conseguirme una para Erfurt. Pero cuando nos tocó andar a la nochecita estuvo difícil! Si había llevado tres mudas de ropa, creo que me puse todo lo que tenía. Y recién empieza el otoño… mamita!

En cuestiones de viaje, mañana vamos a Dresden. Esta vez es un grupo más grande; Cate, Cristina (otra de las italianas) y yo vamos mañana, pero hoy salieron para allá Anni, Anabella, Suzie y Matteo. Seguro que lo vamos a pasar re lindo. Hay que aprovechar el último respiro antes de que empiece lo pesadito.

Académicamente viene todo muy, muy bien (aclaro: todavía no empezaron las clases, así que no sé cuánto me durará la calma). Hace unos días tuve el examen de francés: B1 avanzado! Yo que esperaba tener apenas un B1, saqué 58 puntos. Me explicaron que si hubiera sacado 59 entraba directamente en B2 intermedio. Así que tengo un B1 súper avanzado. Estoy feliz! Hoy tuve el de inglés y tengo un C1 súper avanzado también. (Debería tener un C2? No sé, no importa, estoy contenta con el resultado!) Y todavía me acuerdo de los nervios para el de alemán: a ese sí que le tenía un poco de miedito. Pero también me sorprendió: A2-B1. Después de alrededor de 8 años de no hablar ni estudiar alemán, lograr un B1 en un mes es motivo de alegrías! De ahí, Frau Schramm nos sugirió a cada uno las materias que podemos hacer para seguir con el alemán: 16 horitas semanales!! Pero acá es distinto a lo que conocemos nosotros. La semana antes de empezar las clases, según la materia y según el profesor, uno se debe anotar o bien por Internet o bien mandándole un mail al profesor, “pidiéndole permiso” para ir a su materia. Esta es la inscripción informal. Acá entran en juego los puntos de los exámenes de lengua extranjera: quien no tiene X cantidad de puntos no puede hacer tal o cual materia –requisito del profesor–. Durante las primeras dos semanas de clases uno va a cuantas materias quiera, para ver si gustan, qué tal profesor, qué tal los contenidos, etc. Recién en la tercera semana comienza la inscripción propiamente dicha. Hay tantas materias re interesantes para hacer que no me alcanza la semana para ponerlas en mi horario… ya sé, soy una nerd total. Pero bueno, calculo que eso no se me va a ir más.

Estoy muy contenta. Re contenta. :)


sábado, 20 de septiembre de 2014

Semana #1

Semana de locos. No he tenido tiempo ni de sentarme a escribir ni de hacer un poquito de skype. Muchas salidas, muchas reuniones. Resultado: me estoy agarrando una gripe que no me gusta nada, así que hoy, sábado, reposo total.

Venimos todos los días haciendo algo, siempre conociendo a alguien nuevo.

Sábado: salimos a pasear con los italianos, que son los que aparecen saludando en el video del puente con las sombrillas. A la noche salimos la tutora de Lucio y Ana, Bárbara, que estuvo un año en Argentina, estudiando en la UNLP. Hicimos la previa en la casa de uno de los amigos del novio, con ellos. Unos alemanes re divertidos! Había uno, tan relajado, tan simpático, que me sorprendió cuando me dijo que es sargento en el ejército. Estereotipo derribado. Otro, lleno de piercings y tatuajes, con toda la pinta de skater resultó ser maestro de escuela primaria, de alemán, matemáticas, religión, física y jardinería. Otro estereotipo derribado. A mí, que me considero bastante open minded, claramente me falta bastante para lograr no prejuzgar.

Esa noche también fue la fiesta de los vestidos de novia. Una vez al año, las señoras y sus maridos se van de fiesta en los vestidos y trajes de casamiento, para usarlo una vez más. Toda la noche en la calle vimos novias, re lindo!!

Domingo: bastante tranquilo, estuvimos de limpieza general. Llegó la cuarta compañera, Marie, francesa y amiga de Jenni. Con ellas dos y con Suzie, la compañera francesa de Vicky, trato de hablar y escuchar francés un poco todos los días. Todos los días hablando y escuchando español, inglés, alemán y francés es todo un cambio. La cabeza trabajando permanentemente. Me encanta! Pero cuando estoy un poco cansada mezclo todo! Y a veces ni me doy cuenta. Palabras, expresiones o construcciones enteras. Empiezo una oración en inglés y la termino en alemán, o la empiezo en alemán y la termino en francés. Me resulta bastante difícil pensar y hablar con una sola lengua en la cabeza por vez, pero supongo que con tiempo podré lograrlo… espero!

Empieza la semana: examen de nivelación. Nos separaron en grupos y solo Lucio y Ana quedaron juntos. En mi grupo somos alrededor de quince, con compañeros de Irán, Indonesia, Hungría, Corea del sur, República Checa, Rusia, Italia, España y Francia. Y yo, la argentina. La única caradura que se manda a preguntarle cosas a la profesora… y a la que la profesora no entiende. El otro día, la lehrerin nos dijo que, salvo por algunos truquitos, hay que estudiar el género de la mayoría de las palabras de memoria (todo en alemán). Entonces, a Fernandita se le ocurrió la brillante idea de preguntar “¿Cómo se dice ‘aprender de memoria’?”. Empecé a hablar y en la mitad de la oración me di cuenta de que no sabía cómo se dice “memoria”. Medio nerviosa, medio entrada en calor, me tiro el lance y le digo learn by heart, pero veo que la profesora me sigue mirando como la miro yo cuando no entiendo un corno de qué está diciendo. Ahí las miro a Patricia y a Lidia, las españolas, y les digo “De memoria! De memoria!” como diciendo “Ayúdenme, che!” y entonces me doy cuenta de que todos los demás entendían perfectamente lo que estaba queriendo preguntar pero naranja, todos calladitos. Listo, último recurso: le hago la mímica del loro, con las alas, “que es un animalito que habla y yo estudio como el animalito” (porque no tenía idea de cómo se dice “loro”). Finalmente, Frau Shramm me entendió. Etwas auswendig lernen. Con toda mi frustración, más tarde, Lidia le contaba a los demás españoles: “Y ezta que ze manda a preguntar laz cozaz máz raraz! Quizo preguntar cómo ze dize ‘aprender de memoria’ y me miraba a mí y me dezía ‘De memoria! De memoria!’ y yo qué mierda zé cómo ze dize ‘de memoria’!”. Nos matamos de risa - de mí.

Lunes a la noche, cervezas con los italianos y dos rusas. Esas dos no me tiraron abajo ningún estereotipo: muy bonitas, muy classy, pero no charlan a menos que haya un chico en la conversación… un poco extrañas. Martes a la noche, cena en lo de Sophie, mi tutora y la de Vicky. Qué hermoso el departamento! Me acuerdo de que pensé “este es uno de los momentos en que me siento de otro país”. Lo que para ellos es más o menos, para nosotros es un lujo. Esa es una de las grandes diferencias que también tengo con mis compañeras de departamento.

El miércoles el día estaba hermoso. Al fin había salido el sol y hacía calor, para short y remera. Así que nos fuimos de picnic a Petersberg, un lugar hermoso. Es un parque que está bastante alto, y se puede ver gran parte de la ciudad desde arriba. Italianos, una francesa y una finlandesa, nosotros y los alemanes: Bárbara, su novio y los amigos del novio. Y Marvin y Melanie. Es re gracioso como los conocimos. El sábado a la noche, camino al boliche, Ana y yo caminábamos en la calle charlando en español. Por ahí escuchamos “Ey! Ustedes hablan español!” y nos pusimos a charlar. Marvin estuvo seis meses trabajando en Chile, así que estaba re contento de encontrar gente con la que puede charlar en castellano. Él y Melanie son de Erfurt, pero no viven ni estudian acá. Aparentemente es muy común que, independientemente del nivel de la universidad que tengas en su misma ciudad, los alemanes se van a otra ciudad a estudiar, para ser independientes y “ver el mundo” (aunque se vayan a una hora de distancia). Enseguida nos agregamos al Facebook y los sumamos al picnic.

Jueves a la noche, reunión en un bar, coordinada por la universidad, para todos los extranjeros. Estuvimos a pura charla y después algunos nos fuimos al boliche. Los alemanes bailan taaaan raro! Se metían al círculo que habíamos hecho para bailar y se mandaban unos pasos bastante extraños… nadie les seguía la corriente, pero ellos re chochos.

Anoche, viernes, nos juntamos a comer unas pizzas con los españoles. Luis, Marina y Lidia estudian traductorado. Luis, del inglés y del alemán, y las chicas, del francés y del alemán. Me sorprendió bastante que están en su segundo año y vinieron a Alemania para aprender alemán… pero tienen entre un A1 y un A2. En Argentina, si no me equivoco, directamente no ingresamos a la universidad si no tenemos al menos un B1. Pero, por lo que tengo entendido, nosotros estudiamos para hacer inversa también y ellos solo directa. Es muy interesante conocer de primera mano cómo es nuestra carrera y profesión en otro país. Y nos matamos de risa por las diferencias léxicas y fonéticas. Surgen más seguido de lo que me imaginaba. Al ratito de estar con ellos ya se nos pega el “vale, hombre” y esa tonada tan particular. Y ellos se descostillan de la risa por como hablamos nosotros. “Heladera”, “boludo” y todas esas cosas les resultan súper graciosas.

Por suerte anoche ya pude hacer Skype con mamá, papá y Merce y con las chicas de Paraná (ejem, ejem, falta La Plata, ejem, ejem…). Estoy tan desconectada que hasta que no prendo el Facebook ni me entero de que es el día del maestro o cosas por el estilo. Así que si me olvido de algún cumpleaños por estos días, ténganme paciencia!

Les mando muchos abrazos de oso. Bis bald!


miércoles, 17 de septiembre de 2014

Primeros días

Ayer miércoles nos levantamos (no muy tempranito) y marchamos al centro. La ciudad no es muy grande; según dicen los que viven acá, en poco tiempo vamos a conocer todo. Hay mucha calle empedrada pero también hay asfalto, con las vías para el tram. Todo es súper pintoresco, parece de película. Todo súper limpio, no hay graffitis -sí vimos algunos en las afueras, cuando llegábamos el otro día-. Hay puestitos de comida por todos lados. Claramente es muy común el Dönner (el kebab), hay un puesto al lado del otro.

Almorzamos y nos volvimos a la Uni, bajo la lluvia, totalmente empapados. A las 15hs nos esperaban para abrir el Puzzlebox o Puzzlekiste, una habitación donde hay objetos que dejaron estudiantes anteriores y que nosotros podemos agarrar y usar gratis. ¡Para qué! A los argentinos nos dijeron "gratis", arrasamos. Ya tengo diccionario inglés-alemán, tengo plancha! Tengo perchas, que faltaban, repasadores, broches para colgar la ropa, salero, cuadernos para escribir en las clases, jaja de todo. El lunes vamos a volver a ir con tooodos los estudiantes extranjeros. Creo que me da vergüenza volver y agarrar más cosas jaja. Los alemanes dijeron "es natural, son sudamericanos". Golpe bajo. No importa, yo tengo cosas nuevas, jajaja!

Ahí conocimos a nuestra guía en Erfurt, Sophie, una divina. No sabe nada de castellano y entramos tanto en confianza que a los cinco minutos ya era una más de nosotras. Tanto que le pregunté algo en castellano, en voz baja, como chusmeando, y se me mató de risa porque yo lo hice sin querer, súper natural jajaja fue muy gracioso.

A la noche fuimos un ratito a una reunión que hacen acá, cada dos jueves, que se llama Tertulia Hispanohablante. Se reúne gente que habla, claro, español, a charlar en esa lengua. Por alguna razón me imaginé alemanes, solo alemanes hablando español (a nosotras nos invitaron dos alemanes). Pues no. Sí conocimos a un alemán que habla muy bien español, pero también conocimos a su esposa, uruguaya, y a otra pareja, una paraguaya y un dominicano. Viven acá desde hace un tiempo ya, alrededor de dos años todos. Salvo el dominicano, ingeniero, los tres restantes son médicos. Había mucha más gente, pero no llegamos a conocer a todos. Qué raro nos resultó que gente de esas partes del mundo estén viviendo acá, una ciudad tan chiquita... pero, acá estamos nosotras también, así que tampoco es para sorprenderse tanto, supongo.

Al día siguiente un poco llovió, un poco garuó todo el día, no vimos ni un rayito de sol. Así que nos quedamos adentro nomás. A la tarde tomamos unos mates ricos entre nosotros y a la noche salimos a tomar algo. La ciudad es tan hermosa, de verdad parece de película. Caminando por las callecitas empedradas, que no son derechas, sino que vas caminando como en curvas y llegás a una "esquina" que une todavía más callecitas; no un cruce normal, sino un punto de partida para varias callecitas más. ¡Encontramos el famoso puente sobre el que han construido casas! Entre techo y techo enfrentado, han colgado paraguas de colores, ¡es tan lindo!

Hoy me levanté y otra vez el mismo tiempo: gris y garuando. De los cuatro días que hemos estado acá, tres han sido así. Estoy empezando a pensar que esto va a ser cosa de todos los días, mi propio Londres. ¡Así que a abrigarse un poco y a salir con lluvia! Ahora, en un ratito, me voy a conocer un mercado de productos frescos o algo así, con mi compañera de departamento italiana, Caterina, y no sé quién más. Hoy madrugué a las 9:30 a. m. gracias a la familia de mi tercera y nueva compañera de departamento, de Francia. Creo que se llama Jennifer, ¡me olvido de preguntar los nombres! Supongo que hice tanta fuerza mental para conocer a algún francés o francesa et parler en francais que del universo dijeron "te damos una compañera francesa, ahora dejanos en paz" jajaja.

Bis bald!

viernes, 12 de septiembre de 2014

¡¡Llegamos!!

Al fin llegó el día! Estaba un poco nerviosa pero sabía que lo que se venía iba a ser hermoso. Después de unas 13 horitas de poco sueño y varias peliculas, aterrizó el avión en Frankfurt. Ya está! El mundo en alemán, conversaciones, carteles, puestitos de comida. Igualmente, creo que Vicky, una de mis compañeras de intercambio, y yo nos sorprendimos un poco de lo bien que nos manejamos; calculo que perdernos o sacar mal algún ticket de transporte no nos habría sorprendido. Desde el aeropuerto nos tomamos un regionalbahn, un tren a la Haupfbanhoff, la terminal de trenes de Frankfurt. De ahí dimos varias vueltas para encontrar la parada del Bus, el colectivo que nos llevaba a Erfurt. Ambas valijas, la de Vicky y la mía terminaron con una  rueda menos! Anduvimos de lo lindo y llegamos re muertas.

Por suerte, nos fueron a buscar tres estudiantes de la uni, para llevarnos a nuestros  dormitorios en el campus de la universidad. Buscamos nuestras llaves: a Fernandita le tocó un dormitorio en el 6to piso, el último del edificio... por escaleras!!! Mucho primer mundo pero nada de ascensor. Subimos de a turnos y varias manos la valija hasta arriba.

Los chicos que nos fueron a buscar, Ricarda, Joachim y Barbara nos dijeron "Bueno, tienen 20 minutos, las esperamos para ir a tomar algo con el Profesor Düne". Uno de los profesores de la facultad nos organizó una reunión de recibimiento! Muy simpático, todos muy simpáticos. Nos bañamos en tiempo récord y a las 20:03 estábamos con ellos.

Así que esa fue nuestra primera salida. El bar, muy lindo, ambientado un poco de otra época... bueno, acá todo es "ambientado". Salimos de ahí y nos fuimos a comer un Dönner, un kebab. Riquísimo! Primera noche, nos acostamos a las 12 de la noche, más o menos (bastante tarde para los alemanes). Y así terminó nuestro primer día, cansadas a más no poder pero desbordadas de felicidad.