Y nos fuimos a Dresden!
Cate, Cris y yo llegamos a eso de las 3 de la tarde: ahora a
buscar el S-Bahn que nos llevara hasta el hostel. Lo encontramos, subimos,
bajamos, caminamos un poco más et voilá!
Por suerte el hostel, Sushine Hostel, muy lindo y hasta teníamos cocina para
nosotras! (para no decir que acaparamos la cocina para nosotras, ejem, ejem. De
cualquier manera, no había mucha gente con quien competir!)… peeeero no andaba
el Wi-Fi y resultó ser que estaba ubicado en un extremo de la ciudad. Bastante
inconveniente, porque tuvimos que comprar tickets por día entero para el tram cada día.
Eran las 4 cuando terminamos de instalarnos. Hasta las 6
podíamos entrar a un museo gratis, al Stadtmuseum, así que queríamos llegar lo
antes posible. Primer error: no quisimos pagar otro tram (todavía no habíamos comprado el daily ticket) así que nos largamos a caminar… que si uno está
paseando no es un problema, pero si se quiere llegar a un destino rápido, no es
la mejor opción. Estabamos bastante lejos y, para colmo, nos terminamos
perdiendo. Estuvimos dando vueltas en Neumarkt, una plaza de la que se
desprenden como cinco calles distintas. Le preguntamos a un montón de personas,
fuimos a información, nos paramos con el mapa veinte veces y no, después de
hora y media más o menos nos rendimos. Nunca apareció el museo! O más bien,
nunca aparecimos nosotros en el museo. Cambio de planes: visitamos Frauenkirche,
hermosa, una iglesia que “fue totalmente destruida en 1945 y que quedó en
ruinas hasta 1990. Después 600.000 personas de todo el mundo donaron más de 100
millones de euros para que se reconstruyera, y la terminaron en 2006” – o al
menos eso dice mi bello mapa USE-IT (USE-IT.travel), el mapa más práctico que
he encontrado hasta el momento. Aunque aun con el mapa nos perdimos, pero de
eso creo que no podemos culpar a nadie.
A la noche nos reunimos con Suzie, Anni, Anabella y Matteo, que
también habían ido a Dresden por el fin de semana. Estuvimos en un par de
bares, súper tranquilo. Al día siguiente madrugamos y nos fuimos al ya no tan
bien estimado Stadtmuseum. Muy, muy lindo. Pasamos por una antigua sinagoga,
fuimos al balcón de Europa (Brühlsche Terrase) y caminamos por el parque del
castillo Zwinger, que está en pleno centro. Hay que admitir que a todos estos
lugares los encontramos después de andar varias vueltas cual detectives! Y
cuando no teníamos idea y mirábamos el mapa o preguntábamos por ahí, era immer geradeaus, immer geradeaus
(“siempre para adelante”), que terminó siendo la frase del viaje. Nos fuimos a
tomar el té a una confitería muy bonita. Queríamos, claro, té con torta… salvo
que las paspadas en vez de mirar la parte de “tortas” en la carta, miraron
“postres”. Nosotras, re confiadas en que habíamos pedido una torta de manzana y
una torta de frutos rojos, no entendíamos nada cuando apareció el mozo con un
bowl de yogurt con mermelada de arándanos y un panqueque de manzana. Qué risa!
Para atrás este viaje.
A la noche terminamos yendo a un bar por el centro. La anécdota de
la noche: no había lugar para sentarse y Cris, que quería conocer algún
muchacho, encontró una mesa con tres sillas vacías… y tres chicos sentados a la
mesa. Qué risa. Las otras dos a pura charla con dos flacos, que terminaron no
siendo lo que querían, y a las 2 ya me abrían los ojos en señal de “vámonos de
acá!”. Me maté de risa porque yo sí terminé charlando con los otros dos
marginados (por Cate y Cristina) y que resultaron re simpáticos. Qué pavas.
Último día, agarramos las mochilas y nos fuimos a la estación de tren
para dejarlas hasta las 5, la hora en que salía el bus. Emprendimos camino
hacia Pillnitz, un castillo un poco alejado del centro (media hora en
colectivo), enooooorme, con un parque hermoso y muchísimos tipos distintos de
plantas en invernaderos. Muy lindo cierre para un viaje muy lindo.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario